domingo, 24 de junio de 2007

¿Alguien dirá la verdad al principio alguna vez? (Uno más ... nada nuevo - Parte 2 )


Aun sentía su erección moviéndose dentro de mi, aun veía sus ojos mirándome y su respiración acelerada en mis oídos. Esa sensación me acompañó por toda la noche y parte del día, y debo confesar que lo único que quería era volverlo a ver y sentir. Que nos volviéramos a ver costó y así, tal y cómo paso la primera vez, de un momento para otro, me dirigía hacia el lugar donde nos encontraríamos.

La ciudad estaba más cálida de lo habitual para la temporada y mientras veía la silueta de José acercándose, debo confesar que “mi galán” me pareció bastante distinto al que estuvo conmigo haciéndolo ese día. Su cuerpo era más menudo de lo que recordaba y su vestimenta bastante menos acertada (soy gay, ¿podría no fijarme en su cuerpo y en su ropa acaso?), y me saludo fríamente, tras unos lentes negros que contrastaban con toda su vestimenta.

Me propuso salir a caminar, y me pareció buena idea, más que mal era una instancia para poder conversar y saber más cosas del chico moreno de 23 años que me había vuelto loco con sus caderas y embestidas hace algunas noches atrás. Sentí algo raro, sentí un quiebre, pero que aún no lograba descifrar.

La conversación giró en torno a su ex, nuevamente. A cómo habían terminado, a las cosas que habían pasado últimamente, y en ese intercambio de frases me dio la pista para entender todo: “Sólo había roto hace tres meses”. Obviamente buscaba explicaciones repitiendo su historia una y otra vez, eso que hacemos todos buscando entre nuestras vivencias descritas las explicaciones para el desastroso quiebre.

Debo confesar que a esa altura yo estaba más bien aburrido, la cita se estaba convirtiendo en una lata interminable de recuerdos sentimentales que bien poco me interesaban a decir verdad, fue cuando entendí que quizás tampoco me interesaba tanto José como yo pensaba. Hasta que dijo las palabras mágicas que yo quería escuchar: “vamos a mi residencial”.

Al llegar allá, algo ya en la atmósfera del lugar había cambiado, un aire espeso se sentía, como de encierro, y nos tiramos en la cama a ver, una vez más los mismos videos que el día anterior. Todo cambió cuando nos besamos, porque ya se estaban dando las instancias para que nuevamente nuestras manos exploraron nuestros cuerpos bajo la ropa y su verga y sus manos por todas mis caderas.

Liberé su pene para mamarlo como esa vez, y en un poco afortunado gesto empujó mi cabeza para poner su verga completa dentro de mi boca. Es irónico, pero había esperado tanto por ese momento y lo había deseado tanto, y cuando lo estaba haciendo todo era distinto, él estaba distinto, sus besos eran mucho más pobres que la vez pasada y hasta su verga ya no me parecía tan atractiva como la primera vez.

De hecho esos momentos de buen sexo oral y buenos besos duraron bastante poco, ya que en seguida me volteo para penetrarme y con muy poca delicadeza, y los pantalones a la rodilla, puso su verga completa dentro en un solo impulso, si bien no me dolió tanto, debo confesar que todo estaba pasando muy distinto a como yo quería. En ese momento me preguntó que si le gustaba como “me lo metía” y “que opinaba de su verga”, si era grande, si me gustaba, etc.

Mientras la entraba y la sacaba, me comentaba que siempre le gustaba “meterla toda” y “que todos se la podían completa”, me estaba dejando claro que era un chico que le gustaba “hablar sucio” en la cama, y debo confesar que me gusta eso, pero en ese momento no tenía ganas de hacerlo, ¡Si hasta su manera de follarme ya no me sabía igual!, y no me gustaba como la primera vez, era rico, pero no tanto.

Luego, ofreció eyacularme dentro, pero le dije que sólo dejaba a mi novio fijo hacerlo, era un “privilegio” y así sin más, lo saco y comenzó a lanzar semen sobre mi culo y mi espalda. Luego se levantó y se metió al baño para limpiarse, dejándome ahí con todo lo suyo sobre mí y pensando, ahí fue cuando entendí todo.

Para él, sólo fui una jodida de transición, de esas que nos ayudan a dejar atrás los procesos de términos de relación y devolvernos esas ganas de salir y divertirnos, conocer chicos y retomar nuestra vida donde las dejamos antes de comenzar. También José era uno de esos chicos que sólo eran de una buena jodida y siempre la segunda ya no era tan buena como la primera, y en ese caso es mejor tener esa oportunidad para “matar el mito”, porque o si no, podemos pasarnos el resto de los días queriendo tener un segundo buen orgasmo tan bueno como el primero, mientras que el chico quiere tener sexo con todos los demás.

En este caso quizás hubiese sido mejor que me hubiese dicho inmediatamente sus intenciones y no buscar mediante frases y mensajes “conquistar” para poder tener el chance de tener sexo, que era el motivo en realidad de tanta seducción y galantería. ¿Existirá alguien que diga lo qué quiere desde un principio?.

Mientras descubro esa respuesta, me levantó al baño para limpiarme y salir pronto de ahí, porque después que lo haga, José habrá pasado como uno más a mi historia de relaciones de minuto y medio, mientras encuentro al indicado.

viernes, 22 de junio de 2007

Uno más ... nada nuevo (Parte 1)


Después que acabó, se levantó y se fue al baño a limpiar, tendido desnudo en la cama boca abajo, con todo lo de él en mi espalda, y con una sensación distinta a la de nuestra primera vez, volví a entender todo, una vez más. ¿Al final habrá alguien distinto y que diga, alguna vez, la verdad?. Pero vamos desde el principio para que se pueda entender.

Todo comenzó esa noche, como siempre, en el msn. A esta altura el escape, pero también el generador de situaciones que pasan rápidamente desde el placer y el sudor, al vacío constante, y esta vez no fue para nada distinto. Alguien me habló, nada especial entre los más de quinientos contactos de msn, pero lo distinto era que esta vez esa persona no estaba en la lista de contactos.

La conversación no brilló por ser la más original: nombre, edad, fotos en el avatar (ventanita para imagen del msn) y luego de los piropos, el típico ¿Cuándo nos vamos a juntar?. Él: moreno, delgado, atractivo, hace poco soltero y aparentemente un sensible solitario vagando en este mundo, si era verdad, una pepita de oro en una mina de carbón.

Luego de intercambiar números de celular, mi teléfono se abarrotó de sus mensajes y llamadas para una cita, de un momento a otro accedí para juntarnos al salir de clases. Llamé como habíamos acordado, y coordinamos el lugar para juntarnos. Al verlo, él era más bien promedio, moreno y si se miraba con atención se podría encontrar detalles que podían llamar la atención. Fuimos al lugar donde vivía, una residencial estudiantil. José, como es su nombre, resultó ser más introvertido de lo que parecía y al llegar a su habitación apagó las luces y con la música del computador y la luz de la pantalla nos dispusimos a hablar.

Hablamos de todo y de nada a la vez, y lo que más puedo destacar es el tema del ex novio, algo que personalmente odio en las conversaciones, pero que para alguien que acaba de romper siempre es un tema recurrente, en ese momento, no me quedó más que escucharlo, ya que sólo estábamos él, yo y Avril Lavigne de fondo, preferí la historia de su ex.

Su historia era conocida: “no me valoró”, “cambió” y “me despreocupó” Al preguntarme yo que tal, sólo dije que no buscaba comprometerme, pero si se daba bien, pero debía ser con alguien que me gustara, fue ahí cuando preguntó ¿Y yo te gusto?, yo evadí la pregunta, pero no pude evadir sus manos, que acariciaron las mías y luego me abrazó.

No dijo nada más, sólo lo hizo y ya, pero luego me soltó, para luego seguir la conversación. Si las luces hubiesen estado encendidas mi cara de duda y mi pantalón abultado habrían quedado con evidencia tras el gesto, pero no alcance a reaccionar y se acercó nuevamente, esta vez para besarme.

Sus besos se complementaron bien con los míos, mi lengua y su lengua se acariciaron de tal manera que no quedó espacio para nada más en nuestras bocas, y nuestros cuerpos buscando el calor se acercaron hasta sentirnos, situación que se repitió por más de media hora. Luego, sus manos y las mías buscaron piel y entraron bajo las ropas y en un acto de buscar más allá su mano tomó la mía y la bajo para que pudiera tocar su verga.

Debo confesar que el chico era grande y grueso, y con ese simple gesto me insito a querer sentir su miembro sin el pantalón, por lo que busqué poder tocarlo sin ropa de por medio. A esa altura, sus manos ya estaban masajeando mi trasero, mientras yo lo masturbaba suavemente, fue ahí entonces cuando la ropa empezó a sobrar y nos quitamos las poleras y luego los pantalones.

Mi boca buscó su verga, y lo empecé a mamar, en el acto él gimió y comenzó a respirar de forma más acelerada. Luego de largo rato subiendo y bajando mis labios por su verga, retorne a sus labios, pero el me puso de espaldas en la cama y esta vez se metió suavemente mi verga en su boca, debo decir que lo hacía bastante bien.

Luego hundió su lengua en mi culo y se pasó bastante rato, lo que me arrancó más de un gemido, para luego ponerse tras de mi y comenzar a tratar de entrar dentro de mi. A pesar de que su miembro debe haber rosado los 20 centímetros, pareció entrar sin ningún impedimento, por lo que me apretó hacia él para lograr penetrarme con la totalidad de su verga, una y otra vez hasta que la molestia paso y dio plazo al placer.

Nos cambiamos de posición en varias ocasiones, mientras entraba y salía de mi con más velocidad. En un momento me tomó en sus brazos, y se puso de pie y sólo me sostuvo para moverse mientras me penetraba con sus brazos, lo que se sintió muy bien. Luego me tiro hacia la cama, subio mis piernas hacia el hombro y entre jadeos u sudor comenzó a penetrarme bruscamente, lo que me arrancó más de un quejido.

La sensación era plena, ambos nos fusionamos de muy buena manera y entre gemidos y sudor sacó su miembro de mi culo y luego de un gruñido, derramó todo su semen sobre mi estómago y mi verga, mientras yo me masturbaba para lograr acabar. Subió para besarme y mientras lo hacia la lubricación de su semen se mezcló con el de mi eyaculación que empezó a saltar sobre mi.

Luego de un tibio beso se levantó y se fue a limpiar, mientras yo me quedé ahí, esperando mi turno, pensando en lo bien que me había cogido y lo mucho que se había disfrutado. Luego apareció y me entregó algo para limpiarme, mientras yo lo hacía se tapó con la cama y me miraba.

Cuando terminé, me abrió la cama para entrar en ella, me abrazó y me comentó que me había disfrutado mucho, que había tratado de que no pasara (penetrarme) pero que no resistió, porque mis besos y mi cuerpo eran muy ricos, y que hace mucho tiempo no penetraba a alguien así, que en resumidas cuenta le había encantado, para luego muy tiernamente besarme.


Lo abracé muy corto tiempo, porque debía regresar a casa. Mientras caminábamos hacia el paradero, la ciudad estaba mojaba, había llovido mientras estuvimos haciéndolo, se respiraba humedad, de mi piel y en la ciudad, nos despedimos y me fui sintiendo algo especial, pensando en que había sido algo especial, sin siquiera pensar que el segundo encuentro no tendría nada de especial.