miércoles, 7 de mayo de 2008

Corrigiendo errores: ¿Es el sexo lo más importante?

La noche siguió y comencé a sentir ese calor impetuoso que te da el fondo del vaso del segundo trago, que por alguna razón comienza en los labios y termina en la ropa interior. Me separé de mis amigos y comencé a recorrer como cazador el club. “Muy gordo”, “muy flaco”, “muy mal vestido”; pensaba, mientras caminaba como si estuviese eligiendo ropa en algún mall o centro comercial.

Mientras me disponía a bajar nuevamente la escalera del segundo piso alguien me tomó del brazo. Al voltearme me di cuenta que era un chico moreno, alto, con barba de unos días y vestido con una sobria camisa negra. ¿Hola, quieres bailar? –me dijo-. Lo miré y le sonreí, al mismo momento pensaba que el chico no estaba mal y quizás podría salir algo bueno de eso; sexo, se entiende, más que mal desde mi ex novio que no logro tener sexo excelente. Quizás esta noche sea la excepción.

Aunque estaba en búsqueda de lo que estaba ocurriendo, creí pertinente no mostrar un interés demasiado grande, por lo que le contesté que “bailáramos, pero primero iba a buscar a Andrés y Osvaldo”, los amigos que estaban conmigo, para ponerlos al tanto de que iba a estar con alguien más. El chico se puso serio, y me dijo, “bien, anda, pero sé que no volverás”. Me sorprendió su reacción, ya que al pensarlo generalmente la gente nunca vuelve cuando dice bailemos después, por lo que le contesté “tranquilo, te prometo que volveré y yo cumplo mis promesas”.

Mientras bajé a ver a mis amigos pensé en no volver. Había algo en las palabras de aquel chico que daban la impresión de que no era de las personas más relajadas; sin embargo regresé, más que mal ya había dicho que cumplía mis promesas y no tenía otra opción. Subí y estaba, exactamente, en el mismo lugar en que me habló. Me acerqué y le dije: “te dije que volvería”. Luego de un par de canciones comenzó la típica rueda de preguntas: ¿Cómo te llamas?, “¿De dónde eres?”, etc. Tenía 27 años, su nombre era Cristian y trabajaba fuera de la ciudad, hoy estaba gracias a unos días libres que tenía cada tres semanas.

El chico era muy atento, me invitó un par de tragos más y mientras bailábamos intentó besarme. Darle un beso hubiese sido fácil, creo que ya he dado bastantes como para hacerme problemas, pero había algo en mi cabeza que me decía y me repetía “si no quieres, ¿para qué lo vas a hacer?. Y le dije: “vamos con más calma, quiero conocerte más antes de ilusionarte con algo que no se si pueda seguir más de hoy”. Mi pensamiento inmediato fue “¿él que dijo eso fui yo?”, y a pesar de que el chico se sintió algo incomodo luego de la negativa y podría haber tenido muy buen sexo con él ya que tenía una muy lindo torso, creo que estaba tomando la decisión correcta.

¿Cuántas personas más será necesario que digan “a él me lo follé” para entender que quizás no es sólo sexo lo que estoy buscando? ¿Cuántas veces más debo follar para darme cuenta buscando y buscando no se tiene mejor sexo? ¿Podré entender que no repetiré el buen sexo que tenía con mi ex novio porque no era sólo sexo?. ¿Cuántas veces tendré decepcionar a más personas para darme cuenta que así no se busca al indicado?.

Aunque Cristian podría estar odiándome por haberlo rechazado, después de haber estado esa noche en ese club creo que me he dado cuenta es tiempo de dejar de cometer los errores del pasado y darme cuenta que es mejor tratar de no esperar un poco más antes de tener sexo. ¿Será que me he dado cuenta que no siempre el sexo es lo más importante?. Creo que quizás sea bueno comenzarlo a averiguar.